16.08.20 Roovlie
Estoy escuchando “Todas somos reinas” mientras escribo estoy pienso en cómo me ha caído el veinte respecto amuchas cosas en este tiempo de confinamiento, pero lo que más tengo presente es el gran trabajo y cambio que he hecho para con mi cuerpo.
¿En qué momento dejé que influyeran cosas superficiales en mi vida como para darme asco, odiarme, y avergonzarme de mi cuerpito, creer que era normal que un macho decidiera por mí y qué opinara sobre mi cuerpo o que me hiciera sentir fea?
“Tú estás gorda”, “No eres bonita”,” Gúacala tu cuerpo”, “Ponte a dieta, así no vas a tener vato”,” Para que te pintas el cabello si ya estás fea” y muchas tonterías más me hicieron perder tiempo por el simple hecho de no hacer lo que mis ovarios demandaban y sentían.
Es difícil hacer a un lado los defectos, para empezar a valorar las virtudes, dejar de ser tan ruda conmigo misma y tomar una nueva perspectiva de todo para llevar una vida menos dolorosa.
El camino fácil es creer y repetirte lo que siempre dicen, sin cuestionar y callando lo que piensas, aceptando que “ser diferente” está mal en lugar de valorarlo.
Estaba frustrada porque no me gustaba ni una foto que me tomaba o que me tomaban, después recordé a Maquis Camargo y me puse frente al espejo como tantas veces ella ha ducho/hecho evidentemente lo que ví no me gustaba, sentía que me escondía y que no era yo, así que decidí quitarme la playera, volví a mirarme en el espejo y empecé a ver mi cuerpo, mi cara, mi cabello, empecé a sentirlo y me dije “Paulina. Estás chingona así como estás, tienes todas las partes en los lugares correctos, puedes tener más en algunos otros, pero estas perfecta porque es tuyo, es lo que eres, estás completa y es muy bonito ser la mujer en la que te convertiste hasta ahora”.
Y mientras escribo esto, solo puedo concluir igual que la canción de fondo:
“Todas somos reinas,
El secreto está en la fuerza,
Anda goza con nosotras,
Si no te gusto, ahí está la puerta…”